sábado, 30 de mayo de 2009

Viaje por los Balcanes IV: Sarajevo - Trogir, 06-10-2008

Hemos vuelto a despertar en el ático de la calle Dizdarevic. Comienza este día de carretera. Hay algo de tiempo para avituallarse, para echar un último vistazo a Baščaršija y para comprar algunas postales, que lanzamos al correo en la oficina más próxima.

Atravesamos el enorme pasillo que es esta ciudad, y empezamos a entender dónde caben sus seiscientos mil habitantes. Tras los edificios otomanos y austrohúngaros del centro ayer, hoy la periferia nos brinda bloques de socialismo real mellados por impactos de obús. Pasamos junto al Holiday Inn que albergaba a los periodistas durante la guerra y alcanzamos una vista de las montañas nevadas que acogieron los Juegos Olímpicos. Hay desvíos a Ilidža, donde los saralijas pasan el fin de semana.. Nosotros seguimos al sur. Aparte de las cumbres de nieve, la mayor parte del paisaje son colinas de caducifolios y colores de otoño.

El plan del día es llegar a Zadar, aunque no tenemos ni idea de si llegaremos a hacerlo. Primero tenemos que entrar en Herzegovina, la hermana olvidada de Bosnia, y luego, recorrer el curso del Neretva, hasta la frontera de Bosnia-Herzegovina con Croacia. Móstar será parada obligada, pero antes hacemos una parada en Jablanica, otro topónimo bélico, legado a mi mente por aquellos telediarios.

Móstar es una ciudad con un puente. Fue una ciudad sin un puente durante un tiempo. El puente de Móstar, como la Biblioteca Nacional de Sarajevo, es un símbolo poderoso de la barbarie nacionalista y de las intenciones de sus creyentes.

En Móstar la guerra es mucho más visible que en Sarajevo. Una calle paralela al río fue el frente de la guerra dentro de la guerra que enfrentó a los musulmanes contra sus aliados croatas. En esa calle se encuentra España Trg, la plaza de España. Desde 1992 España tiene acantonados 900 soldados en Móstar, antes también en Međugorje y aunque parece que se retirarán pronto, la plaza es testimonio de su presencia en la ciudad.

A lo largo de esa calle de casas incendiadas y en estado de ruina, pero también de otras reconstruidas por la cooperación internacional, se desciende hacia otra que conduce al puente viejo. “Stari Most”. El nuevo puente viejo, terminado en 2004 e idéntico al original. Sobre la construcción del primero en el siglo XVI he leído varias historias y leyendas incompatibles. Alrededor del río, hay varias calles de restaurantes y puestos de souvenirs. La vista desde el puente es impresionante, mezquita en el lago musulmán, el campanario de la iglesia de San Francisco en el croata (la ciudad no está exactamente dividida por el río, hay un enclave musulmán en el sector occidental).

Tras la parada en la ciudad del puente hemos seguido hacia el sur, siguiendo el curso hermoso del Neretva. Voy pensando en guerras, en películas antiguas y en la historia de esta región de Hercegóvina, hermana menor de Bosnia. De pronto nos sorprende Počitelj, un pueblo que es una joya, y en el que lamentablemente no podemos detenernos tanto como habríamos querido, y seguimos hacia el mar. Poco después volvemos a entrar en Croacia en una frontera sin trámite.

Va atardeciendo y el crepúsculo nos alcanza en la desembocadura de este río esencial. El sol en el Adriático, las islas frente a la costa y el color rosado en el estero fértil donde el Neretva va a dar en la mar. Se produce el ocaso y seguimos hacia el noroeste, sin saber donde haremos fonda. Queremos dormir en el lugar más septentrional que sea posible, pero el cansancio va haciendo mella. Llegamos a Split, ciudad que para el tráfico es una especie de embudo y llegamos a entrar al casco histórico, pero al final decidimos seguir hasta Trogir. Definitivamente Zadar está muy lejos. Tenemos la opción de dormir en un molino antiguo, pero finalmente un hotel acoge nuestros molidos huesos.

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