sábado, 30 de mayo de 2009

Viaje por los Balcanes VII, 09-10-2008 [Plitivce-Zadar-Šibenik-Split]

Amanece en la calma de Poljanak. Un día frío pero soleado. Tomamos una foto desde la ventana de la habitación y salimos hacia la costa, de nuevo. Probablemente no vale la pena pasar dos días aquí, tan lejos. O quizá sí, por el silencio y la calma. La carretera es muy buena en su mayor parte. Tomamos un café junto a la entrada del parque y volvemos a Dalmacia.

Nuestra primera parada será, de nuevo, Zadar, la antigua Zara. Aparcamos en el puerto junto a los transbordadores de Jadrolinja. Y nos volvemos a meter por las callejas de la ciudad. La plaza donde hace dos días tomábamos una cocacola. Buscamos un locutorio y hago un par de fotos de la torre principal y las ruinas romanas. Es una ciudad a considerar, para pasar unos días de descanso, con un aeropuerto internacional y un poco de todo, sin llegar a ser tan grande como Split o tan hermosa como veremos que es Dubrovnik.

Tras dejar Zadar nos detenemos en otra ciudad hermosa: Šibenik. El puerto está muy tranquilo y podemos caminar, el sol no nos abandona. La catedral de Santiago, patrimonio de la Humanidad es ciertamente notable, con esos leones venecianos y todas sus referencias a aquel pescador de hombres. La plaza que se encuentra tras la catedral es un escenario teatral privilegiado y lamento haberla tenido que ver en la hora de la sombra, ya que es probable que el esplendor de la piedra noble se realce con los rayos solares.

Seguimos en dirección sur y pararemos, de nuevo, junto al mirador desde el que se observa la belleza de Primošten. Y seguiremos recorriendo hacia el sur la costa dálmata. Encontramos alojamiento poco antes de llegar a Split, en un lugar llamado Kaštela . Nunca he visto unos apartamentos así. En una sóla pieza se contiene dormitorio, sala y cocina. El mar está a pocos metros. Tiene pinta de ser muy concurrido en verano, pero ahora estamos prácticamente solos.

Nos acercamos a Split. Ciudad de tráfico complicado, una especie de embudo que empuja la circulación hacia el mar. Notables cuestas. El otro día, buscando un cajero automático hemos llegado hasta la muralla. Ahora nos lo proponemos y parece más complicado. La temperatura es espléndida. Preguntamos cómo llegar hasta el Palacio de Diocleciano y la gente parece bastante competente en lengua inglesa. Aquí me nació la idea de que el inglés "ha avanzado más en Europa oriental en quince años que en Europa occidental en cincuenta". El Palacio de Diocleciano no es un Palacio sino una ciudad, cosa que recuerdo haber descubierto meses antes en el episodio de Michael Palin's New Europe en el que se pasea por sus calles. Pienso en el marco legal y en los derechos de propiedad sobre semejante laberinto. Encontramos una puerta de la ciudad, junto al bazar. La plaza del peristilo, la torre, las callejas. Esa noche encontramos un patio con un vergel que quise fotografiar y que no seremos capaces de encontrar al día siguiente. Luego caminamos por el paseo marítimo, iluminado por las luces de los barcos, adornado con paseantes y puestos de helados.

Poco antes de volver, nos deleitamos con un concierto de jazz en la plaza del peristilo. El guitarrista es bueno, pero la chica tiene una voz impresionante.

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