domingo, 31 de mayo de 2009

Viaje por los Balcanes IX, 11-10-2009 [Dubrovnik]

Por la mañana me desperté temprano y fui a dar un paseo desde la zona en la que está nuestro alojamiento, entre Lapad y Babin Kuk hasta el puerto que vimos ayer. Vi la isla de Daksa y el puente Frandjo Tujman. Había una playa pequeña a la que llamaban Copacabana. Cerca está el sitio de donde salen las excursiones de un día para ver las islas cercanas. Hay excursiones para ir a Lopud. Mljet es más grande y quizá haga falta más tiempo. En una próxima visita a Croacia me gustaría saltar de isla en isla. Vuelvo a Lapad y nos dirigimos a Dubrovnik.

De alguna forma este viaje fue pensado como un viaje a Dubrovnik, y el resto surgió alrededor de esta idea. Nos dimos cuenta de que Montenegro está muy cerca y luego creimos que también sería interesante llegar hasta Sarajevo. Anja tiró de la cuerda hasta Plitvice y de un modo u otro, improvisando algunas partes, salió este círculo balcánico. Hoy estaremos en la Perla del Adriático, la antigua República de Ragusa, otro punto del Mediterráneo en el que se unen la civilización latina, la cultura eslava y el imperio otomano... Por desgracia, también oi hablar de la ciudad por vez primera en tiempos bélicos y algo de la destrucción de hace tres lustros perdura en Dubrovnik, aunque ciertamente la ciudad ha estado bien restaurada.

Nada más llegar se encuentra uno con unas murallas imponentes, enormes, y tras cruzar las puertas, varias calles estrechas y escalonadas descienden paralelas hacia Plaka, que es la calle central de la ciudad. El descenso es notable. Lamentablemente la inclinación no invita a callejear, y por ello el cada vez que salimos del recinto amurallado escogemos una calle distinata, para ir viendo cosas. Abajo en Placa ya hay una muchedumbre cuando llegamos. Este puerto es destino de cruceros y la llegada de uno de estos barcos gigantes, supone la invasión de una horda enemiga. Enemiga al menos para mis objetivos. Tomamos un café junto al ayuntamiento y salimos por la puerta que da al muelle donde amarran los barcos de pesca. Desde allí tenemos nuestra primera vista a la muralla desde el lado del mar. Hay algunos chiringuitos en el lado exterior. El día está soleado, el buen tiempo nos sigue acompañando.

Tras deleitarnos un rato con la piedra de cantería y la arquitectura local nos decidimos a iniciar el camino de la muralla. La muralla rodea la ciudad y ofrece algunas de sus mejores vistas. Es imprescindible recorrerla. Supongo que si volviera a Dubrovnik volvería a hacerlo, quizá por la tarde, por ver otros colores. Desde la muralla vemos la parte de la ciudad de extramuros, la barrera montañosa que la empuja junto al mar, veleros de recreo y los impersionates tejados rojos de las casas. Hemos leído que tradicionalmente el color de la teja típica de esta ciudad era el amarillo, pero los tiempos cambian. En la parte más alta hay un torreón donde nos quedamos un rato.

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